LA CASERA…

pixabay.com

pixabay.com

Hace unos años, tuve que ir a trabajar fuera, así que me tocó buscar casa. Algo cerca del trabajo, no muy grande y adecuado en precio. Ví muchas  cosas, preguntándome cómo son capaces de alquilar «eso». Los dueños se meterían allí a vivir?En fin, de todo.

Por casualidad entré en una tienda para preguntar una dirección y allí me encontré a  Carmen, que tenía un pequeño apartamento. Me dijo que, en ese momento estaba ocupado, pero que el inquilino, era mayor y se iba a ir a una residencia, en breve. Nos acercamos a verlo y era ideal para mí. Habitación, salón-cocina, baño y tres hermosos ventanales. Todo genial. Concretamos que, al irse el señor, iría yo a vivir a él.

Pasó un mes, pasaron dos, y yo, yendo y viniendo en coche, desde donde vivía. Se retrasaba el ingreso del señor en la residencia y mi traslado «inminente». Cuál es mi sorpresa, cuando Carmen, me ofrece su casa, la parte de abajo de su chalet, con cocina, aseo, habitación de dos camas, hasta que todo se arreglara y así dejara de coger el coche todos los días.

La verdad que aluciné, porque no nos conocíamos de nada, me ofrecía su casa, estar con ella y con su hija, meterme en su vida. Me conozco y sé que no soy mala, que soy discreta, así que acepté. Le pagaba un dinerillo por estar allí, con todas las comodidades, un montón de día cenaba con ellas, nos hacíamos compañía, teníamos conversaciones de sobremesa, etc. Así estuve tres meses, hasta que me fui, definitivamente al apartamento.

Desde luego, mi casera, no era como las demás. De no conocernos de nada, iniciamos una amistad, nos ayudamos mutuamente.  A día de hoy, seguimos manteniendo contacto y ya hace unos cuantos años de aquello. Hay personas buenas, amables, solidarias y honestas, que ayudan y ofrecen lo que tienen. Parece increíble en un mundo como éste, donde muchas veces, se realizan las actividades, a cambio de algo. Aquí no hubo nada, sólo una especie de conexión, al entrar yo en aquella tienda y estar Carmen, con un piso libre.

Me contó que, cuando se casó y se fue a Ceuta, con su marido, una mujer que no la conocía de nada, le abrió las puertas de su casa y le ayudó en todo lo que pudo. Años más tarde, fue Carmen quien me la ofreció a mí. Supongo que tengo la pelota en mi tejado y tendré ocasión de continuar con esta «cadena».

21 comentarios en “LA CASERA…

  1. paginasdenieve dijo:

    Una maravilla que exista gente así. Salvando las distancias, la última parte me ha recordado a un viaje de ocio a Londres. En el metro, perdida con alguien de la familia, una española nos habló de forma repentina, nos presentó a su marido y sacaron sus móviles. Nos buscaron la dirección del albergue, las conexiones que debíamos hacer… todo. En fin, nos contó que, cuando llegó, perdida, le hubiera gustado que alguien hubiera hecho eso por ella.

    Son gestos que alegran y, a veces, no suponen esfuerzo.

    Le gusta a 1 persona

Si te apetece comentar...

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.