Comenzamos año, un año marcado por la incertidumbre, por los cuidados y por el tiempo fraccionado. Una época donde el quererse a una misma tiene que estar presente todos los días, para hacer frente a las situaciones que se presentan. Donde los episodios de flaqueza están permitidos, pero no el victimismo, donde las risas están aseguradas y donde cada momento se vive como una oportunidad. Época de gestión de emociones, de respirar profundamente y de seguir a lo mío, con aciertos y equivocaciones.
Comienza la nueva temporada, con rutinas, con la palabra coronavirus en el horizonte pero con vida como título principal. Sin una agenda clara, pero con el calendario y el reloj delante de los ojos para que no se pierda nada. Una temporada marcada por silencios y miradas que lo dicen todo y unas piernas que van caminando hacia no se sabe dónde. Una temporada con capítulos escritos y otros que están por definir, que según avance la trama, así continuarán…