DE MENOS…

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Echo de menos los cafés del fin de semana, el intercambio de opiniones, a veces, demasiado vehemente, con la televisión de fondo y sin saber qué estaban poniendo. Echo de menos salir a tomar los vinos, cuando se visitaba a la familia y se hablaba del pasado y nuestro presente. Echo de menos ver el mar.

Echo de menos las quedadas para comprar, no saber dónde se había aparcado y regresar a casa antes de que nos llamaran para saber si ya llegábamos, o aquellas escapadas provocadas por sirocos personales. Echo de menos la soledad, el estar haciendo y deshaciendo, no prestando atención al teléfono, sabiendo que el tiempo era mío.

Echo de menos las conversaciones, desde lo trascendental a lo banal, los paseos para descargar y los atracones de alimentos nada nutritivos. Echo de menos lo que no va a volver, sabiendo que lo que está, es lo que cuenta, lo que hay, con lo que se debe quedar para aprovechar el momento y las oportunidades.

Echo de menos que las personas no tengan ganas, ni positividad, ni empatía, que no sean flexibles ante las circunstancias de la vida. Echo de menos a personas menos egoístas, que no sólo piensen en si mismas, donde la ayuda o el respeto formaran parte su ser o a esas personas responsables para que se dieran cuenta de si mismas, de sus decisiones y de lo que las rodea.

Y claro está, también me echo de menos…

CLAUSTRO…

Ayer noche celebraba la cena de Navidad con el trabajo, de manera virtual, cada uno en nuestro rinconcito y donde cada persona tenía su «minuto de gloria», haciendo una reflexión, dando un saludo o simplemente felicitando las fiestas que se avecinan. Tras oír a varias personas me tocaba a mí. A mí, que llevo tiempo escribiendo mentalmente, hablando en voz baja de todo lo que pasa, de lo que siento, contestándome a preguntas y reafirmando lo que digo o hago…

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Ahora tocaba expresarme en voz alta. Sin felicitaciones navideñas ni nada por el estilo, decidí dar las gracias por las oportunidades acontecidas, por las experiencias, a veces no gratas que se presentan en la vida. Por el descubrimiento del pasado que afecta al presente, el retorno de antiguos roles y el yo que sé, de dónde se sacan las fuerzas y esa paciencia, a pesar de ir de susto en susto. Agradecida por las conversaciones que pudieran parecer sin sustancia, pero de las que estoy segura, que dejan huella, ya que tienen un significado para esas personas (independientemente de cual sea).

Pues eso, que tanta escritura mental, quería materializarla y leerla dentro de unos meses, en ese futuro que vamos construyendo día a día, y que puede cambiar en cualquier momento. Gracias a las personas que están y a las que no están, por confirmar lo que ya intuía. Y ahora me voy a dormir la siesta, que la noche fue corta. Abrazosssssssssssss

TEMPORADA…

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Comenzamos año, un año marcado por la incertidumbre, por los cuidados y por el tiempo fraccionado. Una época donde el quererse a una misma tiene que estar presente todos los días, para hacer frente a las situaciones que se presentan. Donde los episodios de flaqueza están permitidos, pero no el victimismo, donde las risas están aseguradas y donde cada momento se vive como una oportunidad. Época de gestión de emociones, de respirar profundamente y de seguir a lo mío, con aciertos y equivocaciones.

Comienza la nueva temporada,  con rutinas, con la palabra coronavirus en el horizonte pero con vida como título principal. Sin una agenda clara, pero con el calendario y el reloj delante de los ojos para que no se pierda nada. Una temporada marcada por silencios y miradas que lo dicen todo y unas piernas que van caminando hacia no se sabe dónde. Una temporada con capítulos escritos y otros que están por definir, que según avance la trama, así continuarán…

CORAZÓN…

Los cambios en la vida aparecen o más bien las crisis que hacen que cambiemos rutinas, horarios, manera de vivir. De las personas depende adaptarse a esas circunstancias y verlas como una oportunidad, como una nueva forma de afrontar el día a día, la realidad.

WordPress me comunicaba hace días mi aniversario, dándome cuenta que el tiempo pasa, dos meses desde la última entrada cuando, de aquella, me propuse regresar de forma continuada….Ahí está la vida para cambiar tus planes, pero hoy frente al ordenador, habiendo terminado el trabajo profesional, descansando del trabajo personal, me puse a ello.

Lo primero como desahogo personal, por situarme, tras dar por finalizados los cursos. Segundo por soñar despierta y programar a corto plazo, no hay más. Tercero por retomar mi rol de cuidadora y que por ello me tenga que cuidar. Podía seguir enumerando porque mi cabeza da para más, de hecho está llena de contenidos, algunos más locos, otros más equilibrados, con serenidad o llenos de responsabilidad y con uno de los termómetros que marcan mi temperatura emocional, el hecho de escuchar música.

Con música de fondo y eligiendo mi nuevo tatuaje, me despido hasta no sé cuando. Salud para todo el mundo.

INTUICIONES…

Y comienza un nuevo día, con sol, lo que da cierta energía, tan necesaria en estos días. Otro día, donde la paciencia va a hacer su trabajo, enfrentándose a nervios en el estómago, a sobresaltos a lo largo de las horas, a la apatía por no querer hacer nada o a esa operación bikini, que esta vez, está resultando.

Cuando las intuiciones se convierten en realidad da un poco de vértigo. O más bien es que la subjetividad se hace objetiva y aparece porque tiene que ser así. Ahora la realidad es la que es, una noria, que sube y baja, una montaña rusa y un camino largo, que esperemos que avance.

NORMALIDAD…

Pues sí, la normalidad es quedarse en casa. Ahora menos que tenemos permiso para salir, a lo que sea, por el tiempo estipulado. La normalidad es aprovechar las tecnologías para la comunicación, y que el contacto cara a cara disminuya. La normalidad es utilizar dinero de plástico porque monedas y billetes no son recomendables. La normalidad es formarse o estudiar desde casa, en la mesa donde se celebraban las reuniones familiares. La normalidad…

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Esa normalidad que ha traído nuevos aires, situaciones que han hecho que algunas personas crezcan, no sólo de tamaño, que aprendan, que se enfaden, que aparezcan miedos y sobre todo se reafirmen en lo que han ganado, están ganando y ganarán en términos afectivos. También se confirman cómo son, cómo las ven, lo que tienen que mejorar, lo que dan y lo que las absorben las demás personas, el entorno. Una normalidad que no será una nueva, sino nuestra normalidad, nuestro día a día.

Esa normalidad que requiere tiempo de adaptación, de escuchar planes utópicos, con una limitación de hacer y no hacer, pero que implica realizar un trabajo personal para que el espíritu crítico, que no criticón, permanezca entre nosotros y así no dejarnos vencer por el miedo a ese virus, que le ponen un nombre y tiene distintas versiones. Una normalidad que quieren definirla con distanciamiento y que venía del hacinamiento. Gran camino que recorrer…

NECESIDADES…

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Se comenta que pronto, algunos menores van a poder salir a la calle, advertidos que el juego se aparta y la socialización, también. Saldrán a dar un pequeño paseo. Si a esos niños y niñas les acompaña una persona adulta, ya son un montón de personas las que van a estar en la calle durante un rato, para oxigenarse, para que les de el solecito. Además hay personas que salen a trabajar, y otras a pasear a las mascotas, más las que salimos a comprar. Total, que en una semana seremos millones las que andemos por la calle durante un rato. Seguramente con miedo en el cuerpo y también con felicidad por tener esa oportunidad.

Oportunidad para satisfacer una necesidad y no se nos olvide que necesidades tenemos todas las personas. Las que antes practicaban deporte, las que daban pequeños paseos o grandes por enfermedades de cualquier índole, por algún trastorno o porque sí. Las que tenían sus hormonas revolucionadas, o eran cuidadoras de otras o las que salían para poder comer y pagar facturas. Todas y cada una de ellas.

Seguimos teniendo esas necesidades, ahora, un poco atenuadas, para que la salud física no se escape o disminuya, pero con ganas de satisfacerlas para que nuestra salud mental no se deteriore y al final la SALUD prevalezca. Ya nos iremos acostumbrando a lo que venga, la capacidad de adaptación del ser humano es alucinante, majestuosa. Tanto la Historia como las biografías y anécdotas personales están ahí para demostrarlo.

ALFABETO EMOCIONAL…

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Hace un tiempo me topé con una cosa llamada alfabeto emocional, del doctor Juan Hitzig. Según él, nuestros pensamientos se transforman en emociones que van a hacer que nuestro organismo se comporte de una u otra manera, con conductas saludables u otras que provocan malestar.

Dice que ciertas conductas S como: Serenidad, Silencio, Sabiduría, Sonrisa, Sueño, Sociablidad, Seducción, Sexo… potencian la Serotonina, la hormona de la felicidad. La serotonina regula estados de ánimo, el sueño, el apetito, el deseo sexual, entre otras. Si como personas desarrollamos esas conductas S, nuestra calidad de vida mejorará, la enfermedad disminuirá y generaremos actitudes A como: Ánimo, Aprecio, Amor, Amistad, Acercamiento…

Algo de razón tiene porque en momentos serenos, de tranquilidad, de equilibrio, donde nos relacionamos con las personas, donde nos sentimos bien y a gusto con nuestra persona, hay un ambiente de aprecio, amor, acercamiento y de gran energía, positividad y buena autoestima.

Por otro lado, si tenemos conductas R como: Resentimiento, Rabia, Reproche, Rencor, Rechazo, Resistencia, Represión… propician una aumento del Cortisol, una hormona del estrés, que de estar presente mucho tiempo y en cantidades elevadas, va a hacer que enfermemos de veras. Puede que suframos insomnio, problemas en la piel, un sistema inmune debilitado, etc. Esas conductas R generan actitudes D como: Depresión, Desánimo, Desesperación, Desolación…

De nuevo se observa que si vivimos situaciones conflictivas, de resentimiento, de rechazo o enfados, vamos a tender al desánimo, a la negatividad, a una crítica destructiva, a que aparezca el dolor de forma recurrente o la tristeza y por qué no , a hacernos mala sangre.

Si nos hemos aprendido el abecedario, un pequeño esfuerzo tendremos que hacer para practicar éste, con menos letras y también una gran beneficio. Cualquier cosa para sentirnos bien, mejor, pero sin negar otros aspectos menos agradables.

PAUSA…

Da miedo pensar en el futuro, por eso hay que pensar en el presente, en lo que vamos a hacer quedándonos en casa. Cuando escuchamos la palabra aburrimiento y dicen que se ponen a leer, yo digo: «viva el aburrimiento». Salgamos a la calle o no, podemos organizarnos y hacer muchas actividades, también podemos aburrirnos o más bien descansar. Estar haciendo tareas todo el tiempo tampoco es bueno, nuestro cuerpo y nuestra mente necesita una pausa.

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La actitud es lo principal y pienso que la gente lo está llevando bien, al menos a mi alrededor. Pueden tener algún bajón a lo largo del día, pero también tienen la fuerza y el convencimiento para subir el ánimo. Si lo ven mal que salgan a dar un grito a la ventana para desahogarse, que duerman un poco o que se pongan a hacer deberes con la chavalería para comprobar cuántas cosas se nos han olvidado o que preferiríamos trabajar a hacer una serie numérica de cuatro en cuatro.

Esta pausa cada persona la lleva como puede, tampoco tengo claro si el mundo cambiara, sus principios y valores, porque cuando haya desaparecido vendrán las viejas costumbres (va a ser terrible). Me gustaría que pusieran en valor ciertos sectores, (que viene el lobo, que viene el lobo….y ha venido) y ni que decir tiene que dentro de los que se nos viene a la cabeza también se encuentra la salud mental, la higiene psicológica (falta nos hará).

Esta pausa es un reinicio, un comenzar, un septiembre tras el verano o un año nuevo. Es un capítulo de nuestras vidas que iremos escribiendo según las necesidades y circunstancias personales. Una pausa que puede ser más o menos corta, donde la SALUD física y mental queda tocada por todo lo que nos rodea.

AMORÍOS…

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Todo comenzó en un bar, ni que decir que los bares es un lugar de lo más normal para esto de los amoríos, nada original. Que quede claro que ella no quería conocer a nadie, pero de repente el juego de miradas comenzaba, y tirada a tirada, sin darse cuenta la partida avanzaba, llegando a la casilla del final.

Pues nada, a jugar. Ahora en el tablero de la realidad, de la vida, del día a día. Que si un mensaje, que si un audio, que déjame la puerta abierta, que me da igual que nos vean. Y la cosa parecía que fluía, la ilusión se respiraba en el ambiente, nadie pensaba que aparecería un obstáculo complicado de esquivar.

El juego duró lo que tuvo que durar porque una cuarentena les separó. De nada servía la intención de quedar porque las excusas para no hacerlo eran de gran calado. Hoy no se puede quedar y mañana menos, la conexión me falla, así que…todo iba a ralentí. Pues va a ser verdad que esto de las relaciones es complicado, o no?

Besos y abrazos a las recién parejas, que están separadas físicamente. Al resto del mundo, también más abrazos y besos.