LLOVER…

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Estos días lluviosos suelen provocar que la mente imagine historias. Historias de amor, de desamor, historias que implican viajes, descubrir sitios por donde siempre has pasado, pero ahora fijas tu atención en ellos y descubres un filón para que tus personajes actúen.

La lluvia hace que los días fluyan de manera distinta, esquivando charcos, empapándose al ir de un sitio a otro o cogiendo un autobús para ir más rápido y seco, observando a las personas que van allí e imaginando sus vidas.

La lluvia provoca desequilibrios, miedos. El agua no la para nada ni nadie, sólo hay que mirar los ríos de nuestras ciudades o el desembalse de los pantanos para asustarnos. El agua es vida pero también muerte.

En estos días de lluvia, muchas personas sienten melancolía, añoran a su gente ausente y la falta de luz les produce apatía y desgana. Les invitaría a mojarse, sí, a que la lluvia nos caiga encima, disfrutando de esa sensación, de esa frescura. Y cuando nos metamos en casa, tras la ducha y el cambio de ropa, tomarnos un chocolate con churros con nuestras personas queridas.

A pesar de estar cansados de tanta agua, lograr que esa lluvia, acompañe una de las mejores partes del día.

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